3.3.18

Cachitos (el desaparecido apareció)

Mi primo, el desaparecido, apareció
                                A Manolo


Quién eres

Ni la barba ni los lentes

Ni tu primer foto ni la última

Una leyenda triste en el barrio

El artículo breve del noticiero local

Tampoco eres tus dientes de leche que atesora mi tía

No eres tu ropa limpia en el cajón

eres aquel recuerdo que repiten como canción tus amigos de infancia

o la furia con la que te hemos buscado, ese brío eres tú

eras tú

Ya no eres, pero

eres quien ya no está y sigue estando

en la mesa de noche, en la oraciones de las abuelas

Eres un poco el brillo de los ojos de tu padre cuando le llamaban para decirle que quizá estabas vivo, que te vieron como un espejismo en el desierto de Chihuahua

El espectro de tu nombre aparece en silencio cuando mi tío maneja sobre la carretera en que te 
encontraron tu espectro se extiende 8 kilómetros que fue la distancia en que esparcieron tus huesos.

“Lo hicimos cachitos y se lo tiramos a los buitres en la carretera a Juarez”, dijo un jefe de otro jefe

Cachitos, primo. Te hicieron cachitos esos malditos. 
Y te tiraron como alpiste. 
Como si ellos fueran ancianas alimentando palomas en el atrio.

Dicen que te dieron un balazo primero, que no te desollaron vivo, pero eso lo dijeron en comisaría
Creen que una muerte repentina duele menos, nos duele menos, te dolió menos

Mi tío enciende la radio, las noticias cuentan sobre un fuego cruzado
Lo dicen como quien platica su día en el trabajo, un día cualquiera
Más muertos, más nombres. Otro escalón a la estadística. Estamos rompiendo record.

Mi tío apaga la radio.

Era mi primo quien escuchaba norteñas, compraba un sixpack y manejaba de Juarez a Chihuahua, de 
Chihuahua a Delicias, de Delicias al rancho del jefe de otro jefe

"Ese muchacho andaba en malos pasos", dicen los vecinos idiotas.

Como si sus hijos no bebieran cerveza, no manejaran a 180, no se hubieran visto tentados por delincuentes

La carrera de abogado con honores no le serviría de nada

En un miserable rancho donde nada pasa y nada crece;
tener un arma larga, andar en “troka” y forrarse de dólares es el edén.

Terminaron los 8 kilómetros. Mi tío vuelve a hablar.

Me pregunta si tengo hambre, que en el rancho hay cortes y unas frías. 
Cachitos... mi primo muerto. 

Esos 8 kilómetros me siguen hasta el rancho donde lo vi por última vez. Vivo. Completo.

Durante dos años era un desaparecido:

Mi primo el desaparecido, carteles de nota roja en la tele
Mi tía arrastrando su llanto entre federales y judiciales
Mi prima la vidente decía que estaba vivo, que había huido, que era feliz pero avergonzado de ser un 
desaparecido

La policía incapacitada para hablar, deducir, sentir
Sólo repiten su veredicto “es un desaparecido”.

Las abuelas orando y llamando a mi tía para decirle que se habían hecho 3 rosarios y prendido 7 
veladoras para que apareciera el niño desaparecido.

“El desaparecido no es un niño, abuela”. 
“Si tiene 50 años menos que yo, lo es”, dijo la abuela.

Recuerdo tu cumpleaños pasado, aquel en que ya no estabas. Una de tus exnovias fue a buscarte con 
un ramo de girasoles y una caguama. Está desaparecido, le dijeron.
Y la esperanza de que estuviera desaparecido con aquella exnovia se esfumó en cuanto vimos los 
girasoles en la puerta.

Lo bueno es que ya no estás desaparecido.

Apareciste. En cachitos y a lo largo de 8 kilómetros.

Tus dientes primero, luego un fémur, las manos juntas y separadas del resto del cuerpo, quizá tu 
mandíbula fue la que tiraron al último. 
Todo tú, en cachitos, te encontraron.

Nadie quiere que su hijo pase de ser un desaparecido a un difunto, un asesinado, un descuartizado.

A mi tío lo llevaron con el jefe de otro jefe que le contó el destino de su hijo, 
que se lo buscó “por chingoncito”. 

Y así también le decía mi tío: “chingoncito como su apá”. 
Y así también le dijo el jefe antes de desaparecerlo de la familia y regar su carne a lo largo del 
desierto que bordea la carretera.

No sé más. No sabemos si le dijeron más. Nadie quiere saber más.

Mientras corto mi carne asada en el rancho pienso en los cachitos.


Nos quedamos sentados en la mesa comiendo como buitres. 
Como palomas comiendo alpiste. 



No hay comentarios:

Publicar un comentario