11.8.20

Honesty

 

Intenté robarme un libro de casa de una yonqui que tenía muy buenos libros

y nula gana de usarlos para algo más

que no fuera vaciar bolsas de polvo blanco

partirlo en rayas verticales

perpendiculares a los renglones del poemario

Lo intenté como la cínica ladrona de libros que soy

pero me descubrieron;

mis dos mejores amigos me descubrieron

y me reprocharon

robarle libros a la yonqui

que minutos antes nos había puesto en situaciones crespas

A la misma yonqui que nos vendió su colección de porcelana

que nos asaltó a cambio de sus minucias

para comprar más polvo

y más polvo

y mi dinero lo hizo polvo y en venganza le robé un libro…

de hecho fueron tres,

de hecho no los robé, pero lo intenté

Algo de Kerouac, algo de Baudelaire y una antología poética sobre brujas

Acerqué mi bolso al librero,

Deslicé

 suave y precisa los dedos entre el tumulto y extirpé los ejemplares deseados

ella misma lo dijo: ya no quiero leer, ya no me gusta escribir

sólo quiero inhalar en calzones, dijo la yonqui, me lo dijo tres veces

eso me repetía en silencio mientras guardaba uno por uno los ejemplares en mi bolsa de terciopelo negro con flores sesenteras

Jamás olvidaré la mirada inquisitiva y dolorosa de Diego, de Demetrio

El reclamo mudo y decepción proyectados en el entrecejo

Ahí lo supe: la yonqui soy yo

                        la asaltante soy yo

                       la adicta sin autocontrol

no sólo es ella, ahora soy yo a quien le sudan las manos

no quiero devolver los libros, son ediciones rarísimas, repetí en mantra

La yonqui nos había dejado solos en el apartamento

Tres, éramos tres

Y ella huyó con los billetes que le dimos y nos dejó

Solos

Entre medio millar de libros selectos que había comprado en años de viejas glorias

El futuro de esas hojas estaba destinado a la humedad, al polvo o al fuego

Igual que ella

Que huyó con los billetes y una cuchara quemada en el reverso

Con su abrigo de peluche y su blusa de Velvet Underground

Que inhaló la última línea que quedaba sobre el libro de Withman

Tomó a un fornido argentino del brazo

y salió del apartamento al que echó llave al salir

¿?

Los tres miramos el librero

Y la bolsa de terciopelo alternadamente

Deja los libros, Athena

Repiten con distintas entonaciones que retumban en la moral

Deambulo entre la culpa y la adrenalina del robo

Sinceramente, lo más sincera que he sido, lo digo

No quería devolverlos

O pensé en devolverlos y volver a tomarlos a la menor oportunidad

Mis amigos, los dos más significativos, no me dejaron

Los dejé aparte por si la yonqui tuviera deseos de dinero fácil

Pero al volver a su apartamento y liberarnos

ella no aceptó el trato;

lo único que ataba a la yonqui al mundo eran esos divinos libros de poetas malditos

ediciones únicas, importadas, artesanales nacionales, edición de colección

La yonqui antes de ser yonqui fue poeta y en alguna parte lo será siempre

Y ella

   como yo

      sabe que

Desprenderse de un libro no es dinero fácil;

es que te saquen sangre,

                                                               que te la roben.