Mi primo,
el desaparecido, apareció
A Manolo
Quién eres
Ni la barba ni los lentes
Ni tu primer foto ni la última
Una leyenda triste en el barrio
El artículo breve del noticiero local
Tampoco eres tus dientes de leche que atesora mi tía
No eres tu ropa limpia en el cajón
eres aquel recuerdo que repiten como canción tus amigos de
infancia
o la furia con la que te hemos buscado, ese brío eres tú
eras tú
Ya no eres, pero
eres quien ya no está y sigue estando
en la mesa de noche, en la oraciones de las abuelas
Eres un poco el brillo de los ojos de tu padre cuando le
llamaban para decirle que quizá estabas vivo, que te vieron como un espejismo en
el desierto de Chihuahua
El espectro de tu nombre aparece en silencio cuando mi tío
maneja sobre la carretera en que te
encontraron tu espectro se extiende 8 kilómetros que fue la distancia en
que esparcieron tus huesos.
“Lo hicimos cachitos y se lo tiramos a los buitres en la
carretera a Juarez”, dijo un jefe de otro jefe
Cachitos, primo. Te hicieron cachitos esos malditos.
Y te
tiraron como alpiste.
Como si ellos fueran ancianas alimentando palomas en el
atrio.
Dicen que te dieron un balazo primero, que no te desollaron
vivo, pero eso lo dijeron en comisaría
Creen que una muerte repentina duele menos, nos duele menos,
te dolió menos
Mi tío enciende la radio, las noticias cuentan sobre un
fuego cruzado
Lo dicen como quien platica su día en el trabajo, un día
cualquiera
Más muertos, más nombres. Otro escalón a la estadística.
Estamos rompiendo record.
Mi tío apaga la radio.
Era mi primo quien escuchaba norteñas, compraba un sixpack y
manejaba de Juarez a Chihuahua, de
Chihuahua a Delicias, de Delicias al rancho
del jefe de otro jefe
"Ese muchacho andaba en malos pasos", dicen los vecinos
idiotas.
Como si sus hijos no bebieran cerveza, no manejaran a 180, no se hubieran visto tentados por delincuentes
La carrera de abogado con honores no le serviría de nada
En un miserable rancho donde nada pasa y nada crece;
tener un arma larga, andar en “troka” y forrarse de dólares
es el edén.
Terminaron los 8 kilómetros. Mi tío vuelve a hablar.
Me pregunta si tengo hambre, que en el rancho hay cortes y
unas frías.
Cachitos... mi primo muerto.
Esos 8 kilómetros me siguen hasta el
rancho donde lo vi por última vez. Vivo. Completo.
Durante dos años era un desaparecido:
Mi primo el desaparecido, carteles de nota roja en la tele
Mi tía arrastrando su llanto entre federales y judiciales
Mi prima la vidente decía que estaba vivo, que había huido,
que era feliz pero avergonzado de ser un
desaparecido
La policía incapacitada para hablar, deducir, sentir
Sólo repiten su veredicto “es un desaparecido”.
Las abuelas orando y llamando a mi tía para decirle que se
habían hecho 3 rosarios y prendido 7
veladoras para que apareciera el niño
desaparecido.
“El desaparecido no es un niño, abuela”.
“Si tiene 50 años
menos que yo, lo es”, dijo la abuela.
Recuerdo tu cumpleaños pasado, aquel en que ya no estabas.
Una de tus exnovias fue a buscarte con
un ramo de girasoles y una caguama. Está
desaparecido, le dijeron.
Y la esperanza de que estuviera desaparecido con aquella
exnovia se esfumó en cuanto vimos los
girasoles en la puerta.
Lo bueno es que ya no estás desaparecido.
Apareciste. En cachitos y a lo largo de 8 kilómetros.
Tus dientes primero, luego un fémur, las manos juntas y
separadas del resto del cuerpo, quizá tu
mandíbula fue la que tiraron al
último.
Todo tú, en cachitos, te encontraron.
Nadie quiere que su hijo pase de ser un desaparecido a un
difunto, un asesinado, un descuartizado.
A mi tío lo llevaron con el jefe de otro jefe que le contó
el destino de su hijo,
que se lo buscó “por chingoncito”.
Y así también le
decía mi tío: “chingoncito como su apá”.
Y así también le dijo el jefe antes de desaparecerlo de la
familia y regar su carne a lo largo del
desierto que bordea la carretera.
No sé más. No sabemos si le dijeron más. Nadie quiere saber
más.
Mientras corto mi carne asada en el rancho pienso en los
cachitos.
Nos quedamos sentados en la mesa comiendo como buitres.
Como
palomas comiendo alpiste.
No hay comentarios:
Publicar un comentario