Embelesada del sapo,
del corazón correcto colocado en un mundo ajeno , incompatible.
Te extraño, sapo,
aunque no tengas castillos y tus dragones sean de gris concreto.
Nunca dejo que el control corra desbocado
pero esta vez ha tirado fuerte y me arrastra
Preferiría no recordarlo
Caminar erguida
Reír fuerte hasta que el corazón de alegría tiemble y se distraiga
Pero aquí, encorvada, le escribo al príncipe caído
Al que se niega a dejar su estanque.
Al que se niega a dejar su estanque.
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