Existe lo que se siente sobre la piel
un amanecer entre los poros
iluminada la presencia, aparece
ante el asombro de quien descubre
un aliento, una caricia, un roce desprevenido
Es larga la espera entre un segundo y otro
es corto el instante, pero su olvido es kilométrico
un recorrido peregrinando entre el ayer y su memoria
arando las nubes con un silbido
Corto es el abismo, pero cruzarle es descomunal
el paso que se da nunca es el mismo:
la huella dactilar de una ciudad es mutante,
la roca dura se desgaja con el golpe de los siglos
No se construye sólo el instante, no se construye solo
se crea una galaxia tan efímera como un billón de años
a escrutinio del individuo que la percibe
Esa galaxia lastima
o marca el rostro de la persistencia
se acuna antes de fallecer
asegura su permanencia en el recuerdo
ya nada existe de lo que fue una vez presente
hasta que es nombrado
y la piel lo recuerda en cada poro
como a un anochecer sin nubes.
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