Le tocó la locura el hombro
le abrazó los ojos
proyectando la herida
sobre la cicatriz
se hizo película aquella anécdota que se ahogaba en whiskey;
una película tan delgada en la retina que estaba dentro de
ella
repitiendo las
líneas de los noventas como guion
Se actúa el pasado y se improvisa el presente
el futuro no sé, no
lo hemos visto, quizá no hay
Se agotó la cordura que había en las provisiones
Entre varios, cargan al que ha sido abrazado por la locura
lo alzan como un rey sin reino, un inútil inexplicablemente coronado
Entre varios arrastran los demonios del loco,
del loco regocijado
de diablos y fantasmas
insano aquél que no hace inventario intermitente de su
entorno, dice y repasa:
las cortinas azules
las mariposas en el clóset
las colillas en el piso
las botellas escondidas como huevos de pascua
maquillaje en la bolsa, aunque sólo demos la vuelta a la
mesa
Maquilla el loco la pared y le pinta los labios al segundero
sólo quiere
rejuvenecer el tiempo, dice
dice incendiando la
última vela para la niña albina
me estoy muriendo, amiga, me estoy desvaneciendo, dice con la luz entre los labios
dice al masticar flores del cementerio que el loco mismo
cultivó en la última primavera que se asoleó en una playa enmarcada sobre la caseta
de un motel a la orilla de la autopista del Sol
sueña ser la numerología entera, siendo que habita el cero
tiene la mira fijada en babel, tiene al Sol tapándole el dedo
podría ir pero ya no va
su instinto ya no le lleva, sólo le salva
de su misma condición de monarca.