El Mictlán de los mártires ocupaba un lugar en el exilio
bajo el escombro del recuerdo palpita el llanto,
tantas memorias en necrosis son desenterradas por las fauces
de Frida
y la crisis incurable ha encontrado la pócima y remedio.
Se desfasan los días, el calendario se deshoja tras el otoño
el día de mañana del “Dios mediante” no llegó en su dulce
bálsamo anunciado.
Caminamos como civilización cegada por tanta luz
sobre el viejo río seco de Churubusco.
Reconquistamos nuestras ciudades tomadas
y caen los yugos del campanario y los templos
queda Tenochtitlán al descubierto;
el resplandor antiguo nos perturbó por un instante y después
nos sacó del letargo de las deidades mediáticas.
Las batallas en el desierto se inundaron de alevosía y acopio
mitologías de otros continentes peregrinaron para presenciar
milagros
Don Goyo recibiendo el eclipse con un diamante entre sus
labios
y la bella Iztac abriendo sus piernas para dar a luz a la
muerte.
Se escuchan sus voces en el pecho trigarante
hay un silencio en el cielo que recoge el canto de sus hijos
Mictlantecuhtli alza el puño y quiebra las clases
se desmorona el techo sobre los niños
que vieron nevar por última vez sobre sus pupitres.
Las alimañas tejen redes confundiendo al tuerto
y el cobre le brota al despiadado
y el azabache protege al guerrero
y el jade cubre las tumbas de gloria.
El eco del pasado regresa con furia a sus 32 años
los ángeles ya no caen sobre sus rostros en Reforma
aprendieron a ignorar al opresor y a volar del brazo amigo
a confiar en la raza de bronce; su sangre.
Renacemos desde la incredulidad de un país desahuciado
mirándonos en los ojos de falsos rivales naturales
inLakesh regresa al cotidiano como religión;
el abatimiento de nuestros mártires no ha sido en vano.
Héroes del Mictlán, ya no están en el exilio:
han sido exhumados por la justicia del tiempo.
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