Encerrado
entre las brasas del fuego
el calor
retuerce su mueca
Ha escuchado que las primaveras le repudian
Que el Sol le parió pavesa
Que al emanar expresa y al enojarse, funde
Nada en el desprecio del aire ahogado
Contagia al pabilo
un séquito de palmeras voraces le siguen al que
Danza de la mano de Celsius
Prendido a Fahrenheit se eleva en el mercurio
Y desciende sensual sobre la gota de sudor de una espalda
Se sueña en un espejismo
Serpenteando desértica
Salado cardo estampado en la piel desnuda
Sabe el calor que al pronunciarse
derrite su nombre en la lengua
Pastoso el salivar de la brea
Tramando un urdimbre que deshilacha el aliento
.
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