Despertar con el sonido de ese esperado mensaje
Beber la taza de café frente a la bruma
Responder correos en pijama
Prender el primer cigarro de la mañana
Confirmar que es domingo
Tomar un baño tibio
Salir de casa revisando tres veces si traigo las llaves
Caminar entre los puestos del mercado
Escoger las verduras del guiso
Pensarte, pensarte mucho
Reconocer el camino de regreso a casa
Cocinar algo sencillo pero exquisito
Comer mirando una serie en el celular
Mojarse las manos al lavar los platos
Separar la basura orgánica de la inorgánica
Barrer el polvo de la semana
Encontrar tu chamarra en el sofá
Enviarte un mensaje largo y saber que lo verás
Pasear al perro por el parque
Pasar al oxxo por un trago
Leer en la silla más cómoda de la casa
Llamar a los padres y saber que están bien
Olvidar por un momento que estás lejos
Acomodar el estudio
Hojear tus libros
Jugar con el gato y un listón
Reflejarse en el espejo mientras me lavo el rostro
Cepillar tus besos que se alojan entre los dientes
Usar la misma pijama para responder más correos
Recostarse en la almohada que aún tiene la forma de tu nuca
Dormir sin poder soñarte
Levantarse en la madrugada por un vaso de agua
y darse cuenta que ya no es domingo
y que estuviste aún estando separados
Quizá esto es la felicidad
saber que existes y a kilómetros tú también extrañas
lo cotidiano de un domingo juntos.