Sobre las arterias revienta el relámpago
una mirada detona lo imposible
aquello que se esconde bajo la alfombra, escapa
entre un tornado que se crea entre dos alientos
solitarios
estampidas controladas para que la selva no tiemble
¿quién sostiene la llama?
¿quién contiene lo nuestro?
El trote casi comenzó sin previo aviso
desatinado
el clima que enreda lo sólido de un monumento
de dos edificados que emblandecen
en ocho horas nos cambió el instinto
las ganas de ser quienes éramos antes
quiénes éramos
disfrazados de un incompatible tenor
el relámpago vibra, pero cerramos los ojos
cerramos los labios para que no resplandezca;
quizá sea mejor así,
con la tierra disímbola y estática.