Desde la plenitud de la monogamia
Ella existe entre hediondos laureles
soplando letras marchitas que lamentan no haberse escrito
cuando la soledad era joven y aún
Sugestiva
Ella observa
una relación fugaz de infinita cola
donde no estarían tan solos si estuvieran distanciados
tan lejos de ellos mismos
en estática vibración
Ella pisa gaviotas que remojan
Las alas
en el petróleo de sus suelas
desplazándose en círculos binaurales
Ella pule gratitudes y las regresa al carbón
Advierte con las cejas fatalismo
El marrón de los ojos se le derrumba
Su mirada ha parido una cascada
y ella no es aquel talle que era ella
¡Es una mujer cumbre!
con maizales dactilares en sus huellas
Ella espera el fin del temor a la cosecha
Hasta que el tiempo
se azote como guillotina en los espejos de la casa
Hasta ese tiempo
Ella dará sus últimas gotas al torrente de quien la pasma